El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mt 12, 34)
La boca pronuncia lo que el corazón apunta. La auténtica ventana para ver es nuestro corazón, no nos elevamos por encima de nuestras palabras, nuestras palabras reflejan lo que tenemos en nuestro corazón y que nutre nuestras vidas, por eso, con cada palabra debemos revisar nuestro corazón ¿por qué dije esto?
Cuanto más lleno tengamos nuestro corazón de buenos deseos, de buenas intenciones, de anhelos generosos menos espacio tendremos para los egoísmos y envidias. El corazón nunca está vacío, no soporta el vacío, necesariamente está lleno de algo. Cada uno de nosotros podemos ver de qué tenemos lleno el corazón y como dice Jesucristo: de la abundancia del corazón habla la boca.
Un corazón lleno de Dios es un corazón lleno de gratitud, sabe que Dios le ama, y siempre encuentra bendiciones. El corazón desagradecido, desconfiado, incrédulo no ve ni el perdón, ni la bondad, ni la misericordia, no tiene donde asirse.
Sólo si en mi corazón hay fe, esperanza, confianza, amor podré esparcirla en lo que haga. Las cosas mejores y más hermosas en el mundo no pueden verse ni incluso tocarse. Deben sentirse con el corazón. Un corazón rencoroso, es como un sótano oscuro y frío, donde se acumulan trastos viejos, inservibles, que solo sirven para juntar polvo, telas de araña, polillas, en donde no provoca estar.
Cada vez que nos encontremos haciendo un mal comentario de algo o de alguien debemos revisar nuestro corazón y así poco a poco, ir limpiándolo de todo desperdicio, inservible, que estará esperando el momento para salir por nuestra boca. Y que solo va a ocupar un lugar que podría ser para un pensamiento noble.
La Palabra de Dios es vida en sí misma, cuando se guarda en el corazón… así que hoy, haz el ejercicio de revisar tu corazón, limpiarlo, comienza perdonando para que todo pensamiento de rencor salga de ahí ,te aseguro que quedara casi vacío y luego comienza a dejar que Dios te lo llene, y veras la diferencia.
La boca pronuncia lo que el corazón apunta. La auténtica ventana para ver es nuestro corazón, no nos elevamos por encima de nuestras palabras, nuestras palabras reflejan lo que tenemos en nuestro corazón y que nutre nuestras vidas, por eso, con cada palabra debemos revisar nuestro corazón ¿por qué dije esto?
Cuanto más lleno tengamos nuestro corazón de buenos deseos, de buenas intenciones, de anhelos generosos menos espacio tendremos para los egoísmos y envidias. El corazón nunca está vacío, no soporta el vacío, necesariamente está lleno de algo. Cada uno de nosotros podemos ver de qué tenemos lleno el corazón y como dice Jesucristo: de la abundancia del corazón habla la boca.
Un corazón lleno de Dios es un corazón lleno de gratitud, sabe que Dios le ama, y siempre encuentra bendiciones. El corazón desagradecido, desconfiado, incrédulo no ve ni el perdón, ni la bondad, ni la misericordia, no tiene donde asirse.
Sólo si en mi corazón hay fe, esperanza, confianza, amor podré esparcirla en lo que haga. Las cosas mejores y más hermosas en el mundo no pueden verse ni incluso tocarse. Deben sentirse con el corazón. Un corazón rencoroso, es como un sótano oscuro y frío, donde se acumulan trastos viejos, inservibles, que solo sirven para juntar polvo, telas de araña, polillas, en donde no provoca estar.
Cada vez que nos encontremos haciendo un mal comentario de algo o de alguien debemos revisar nuestro corazón y así poco a poco, ir limpiándolo de todo desperdicio, inservible, que estará esperando el momento para salir por nuestra boca. Y que solo va a ocupar un lugar que podría ser para un pensamiento noble.
La Palabra de Dios es vida en sí misma, cuando se guarda en el corazón… así que hoy, haz el ejercicio de revisar tu corazón, limpiarlo, comienza perdonando para que todo pensamiento de rencor salga de ahí ,te aseguro que quedara casi vacío y luego comienza a dejar que Dios te lo llene, y veras la diferencia.
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